La cultura, un bien esencial

El sector cultural ha sido uno de los principales afectados por la crisis sanitaria provocada por el Covid-19.

A la cancelación de todas las actividades vinculadas a la música, arte, cine, artes escénicas, como consecuencia del estado de alarma decretado el 14 de marzo pasado, se suman las dificultades con las que se están encontrando las cientos de empresas y miles de trabajadores de este sector para reanudar las mismas en la “nueva normalidad”.

Son múltiples las medidas que se están implementando por parte de los organizadores de eventos musicales, teatros y cines para garantizar la seguridad e higiene. Sin embargo y pese a que hasta la fecha no se han detectado contagios en estos entornos, todos ellos se están viendo afectados por numerosas limitaciones, tales como drásticas reducciones de aforo, cancelaciones y cierre de salas de música, que no se están produciendo en otros sectores.

Ante esta realidad, es importante recordar el mandato contenido en el artículo 44 de la Constitución española, que establece que los poderes públicos han de promover y tutelar el acceso a la cultura, así como en el siguiente artículo 149.2, que dispone que el servicio de la cultura es un deber y atribución esencial del Estado y, por consiguiente, es éste quien debe garantizar su supervivencia. No puede obviarse, pues, la obligación de los poderes públicos de impulsar el progreso de la cultura.

En línea con lo anterior, ayer 22 de septiembre el Senado ha aprobado una Declaración Institucional mediante la que solicita al Consejo de Ministros que la cultura sea declarada bien esencial, al igual que ha ocurrido en otros países de nuestro entorno, como Alemania, “amparando así una actividad que es tan necesaria para el fortalecimiento y la cohesión de la sociedad, como otras actividades que han estado protegidas por el Estado, en las distintas fases de las medidas adoptadas por las autoridades del Estado, autonómicas y locales a lo largo de la crisis de la Covid-19”.

En esta declaración se apunta la necesidad de esta medida para “contribuir a la universalización de un sector que, además de alimentar el alma, es motor de innovación y desarrollo en el ámbito económico y, por tanto, está llamado a desempeñar un papel esencial en la recuperación del país”.

Es de suma importancia que esta declaración, que ha contado con el apoyo unánime de todos los grupos parlamentarios de la Cámara Alta, se materialice, pues no hay que olvidar que la cultura no sólo aporta el 3,2% al PIB nacional, emplea a más de 700.000 personas y constituye la cuarta industria que más riqueza genera en nuestro país, sino que, además, contribuye al desarrollo de otros ámbitos.

Así, el sector cultural fomenta las relaciones sociales, la creatividad, la innovación y el emprendimiento y, asimismo, constituye una importante fuente de atracción turística, tanto nacional como internacional, y cumple una función esencial en la economía, tanto por los ingresos que genera, como por los puestos de trabajo, directos e indirectos, que dependen de él.

Sólo poniendo en valor la cultura, será posible garantizar su supervivencia, por lo que habrá que confiar en que la solicitud formulada por el Senado no se quede en una mera noticia.

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