Digitalización financiera en la era post-covid

María Molina Martín

La Comisión Europea se encuentra en fase de revisión de su estrategia de Finanzas Digitales y Plan de Acción Fintech. En el marco de sus propias directrices para la mejora de la regulación (Better Regulation Guidelines), impulsó una consulta pública a través de un cuestionario concreto que deja ver el importante peso del nuevo enfoque en la mejora de la competitividad y el acceso de consumidores y empresas a la innovación financiera y sus productos y servicios.

El hecho de que la consulta se abriera el 3 de abril, en plena crisis sanitaria global, hace que se reconozca esta circunstancia como elemento acelerador de la digitalización que ha puesto de manifiesto la necesidad de que el sector financiero aporte respuestas rápidas, así como el reto de transformar productos que no son nativos digitales para su gestión en el nuevo entorno.

El punto de partida de la Comisión para la nueva estrategia son las cuatro áreas principales identificadas en el informe de diciembre de 2019 del Grupo de Expertos de Innovación Financiera:

  1. garantizar el marco regulador adecuado en la era digital
  2. que consumidores y empresas puedan aprovechar las oportunidades del mercado único digital
  3. el avance de un sector financiero basado en datos que redunde en beneficio de consumidores y empresas
  4. mejora de la resiliencia operativa digital del sistema financiero UE

El primer punto, compartido con el anterior Plan de Acción de Fintech (2018), resulta siempre oportuno en tanto que resulta oportuna la revisión constante de un marco normativo que, por definición, acostumbra a ir por detrás de la innovación tecnológica, su impacto y los problemas que puede suscitar. Ahora bien, si en el anterior Plan de Acción el objetivo principal era impulsar entornos seguros de pruebas y fomentar el desarrollo de las Fintech, ahora es el momento de consolidar los avances de la industria ajustándolos a la accesibilidad y demanda de consumidores y empresas.

Así, nos centraremos a continuación en apuntar algunas cuestiones en torno a las inquietudes que la Comisión trasladaba en su consulta desde esa óptica de los consumidores y empresas en relación a la innovación y digitalización financieras.

La Comisión busca identificar mejor las ventajas y retos de la creciente digitalización del sector financiero para los consumidores. Con respecto a las ventajas conviene destacar que la propia competencia que se genera, eleva los estándares de la actividad, mejorando la información y la oferta competitiva; por otro lado, la simplificación y la accesibilidad producen una mayor autonomía para operar. Por el contrario, uno de los grandes retos que deben destacarse es la llamada “brecha digital”, aún mayor en países como España, con una población envejecida. En este sentido, el riesgo de que la banca tradicional vire hacia una digitalización “extrema” (fenómeno al que contribuyen la competencia con los nuevos operadores, las exigencias de eficiencia o la concentración bancaria) impacta directamente en la potencial desatención de un segmento de la población. Lejos de lo que a menudo se destaca como valor en la digitalización financiera, no podemos dejar de lado el potencial efecto de exclusión financiera en este sentido.

Mercado Único Digital

En cuanto al impacto para los consumidores que tendría el Mercado Único Digital, pensando en el mejor de los escenarios en que existiese una absoluta homogeneidad en la información que permita la total comparabilidad de productos, la complicación de la elección encontraría numerosos obstáculos que van desde el acceso a esa información en todos los idiomas de la Unión, la diferente fiscalidad de los productos o los obstáculos propios que encuentra el avance hacia el Mercado Único de Capitales.

Finalmente, es importante destacar el desafío que la digitalización financiera en el Mercado Único supone a efectos de cesión y tratamiento de datos personales. La Comisión identifica como objetivo el avance hacia un sector basado en datos lo cual, necesariamente, debe pasar por reforzar los sistemas de data sharing que puedan generarse entre operadores del mercado. Más aún teniendo en cuenta que los datos personales estarían asociados a perfiles más detallados del comportamiento del cliente, perfiles de riesgo, etc., que pueden llevar a la “selección” y discriminación de determinados perfiles con poco interés en términos de riesgo, rentabilidad, etc., y a la reducción de la accesibilidad a los servicios y productos como efecto absolutamente contrario al deseado.

En definitiva, con sus luces y sus sombras, la digitalización financiera avanza hoy aún más si cabe, al proponerse como una vía ágil que permite dar una rápida respuesta ante un fenómeno global como la actual crisis sanitaria. Por el momento, la Comisión Europea “hace los deberes” intentando identificar esas sombras. Veremos, en los próximos meses, si la nueva estrategia resultante es capaz de reflejarlos suficientemente y encaminar los esfuerzos de industria, reguladores y supervisores para abordarlos.

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