Beneficios bancarios

Beneficios bancarios: Ética y estética

A lo largo de este mes de febrero se van a ir publicando los resultados correspondientes al ejercicio 2022 de las entidades financieras de nuestro país y todo apunta que los beneficios que van a obtener en su conjunto van a suponer un récord histórico, tanto para el sector financiero en su totalidad, como para las entidades bancarias individualmente.

En concreto, parece que en números globales los beneficios de las entidades financieras correspondientes al ejercicio 2023, rozarán los 20.000 millones de euros, lo que supondría un incremento de alrededor del 23% respecto de 2021 que ya fue de récord.

Para entidades como el Banco de Santander con 9.605 millones de euros, BBVA con 9.605 millones de euros, Deutsche Bank con 5.025 millones de euros o La Caixa con 3.145 millones de euros, se trataría de los mayores beneficios de su historia y ello en un contexto de inflación galopantes, tipos de interés al alza y recisión económica generalizada.

Es evidente que las entidades financieras juegan un papel capital como motor de la economía, invirtiendo los recursos obtenidos de sus depositantes y clientes en negocios y actividades que generan riqueza, trabajo y prosperidad para todos los ciudadanos; pero no es menos cierto que en los momentos en los que la economía ha estado en números rojos, han sido los clientes y las instituciones y los recursos públicos, los que han permitido sostener a las entidades financieras, evitando una caída generalizada de la actividad económica del país y por tanto de nuestra riqueza, trabajo y prosperidad.

En definitiva, creemos que parte de esos beneficios de los que ahora disfrutan las entidades financieras, deberían revertir en iniciativas a favor de aquellos ciudadanos y familias que todavía arrastran los efectos de una crisis que ya ha sido plenamente superada por las entidades financieras.

Esa reversión debería partir de iniciativas directamente asumidas por las entidades financieras y no tanto, a nuestro modo de ver, mediante la imposición de tributos a la banca, que no harán si no redundar en perjuicio de los servicios a sus clientes.

En este sentido, habría multitud de medidas que podrían adoptar las entidades financieras. Simplemente a modo de ejemplo aplicar una mejor remuneración de los depósitos (actualmente en el 0,69% de media) acercándola a la media europea (1,20%), ofrecer un mejor trato a aquellos clientes hipotecarios a los que el incremento de la cuota les suponga una verdadera alteración de la economía familiar, establecer procedimientos efectivos para los clientes de avanzada edad que tienen dificultad para manejarse con las nuevas tecnologías, o no suprimir sucursales en zonas despobladas ni realizar recortes drásticos de empleados.

Junto a las anteriores medidas, otra posibilidad sería concluir en bloque los pleitos que las entidades financieras mantienen pertinazmente con sus clientes, derivados de productos como los préstamos  multidivisa y que, tras una treintena Sentencias del Tribunal Supremo favorables a los consumidores y más de un 80% de casos ganados en toda España, no tiene ningún sentido ni ético ni estético mantener vivos, en detrimento de la economía y de la salud de los afectados y de sus familias.

Desde Gabeiras & Asociados creemos que sería una oportunidad única para que las entidades financieras hicieran un gesto en pro de una ciudadanía que, en su momento confió en su buen hacer, y que vio como su confianza se truncó en aras a un beneficio empresarial injustificado. Esto sin duda les honraría para siempre.

Tengo unos recuerdos muy nítidos de muy pequeño acompañando a mi abuelo a visitar al director de su sucursal de una entidad financiera con la que operaba y que está entre las que nos referíamos al inicio de este artículo. Aquel señor recibía a mi abuelo con amabilidad y recuerdo que le explicaba de forma pormenorizada los movimientos de las cuentas de su empresa y otros temas de sus cuentas personales. Ese hombre conocía a mis abuelos y a su familia, recordaba nuestros nombres y se preocupaba de preguntar por nuestra salud y situación personal. Cuando hablaban de temas puramente bancarios, mi abuelo hacía caso a los consejos del director, invirtiendo y desinvirtiendo o haciendo operaciones que entendía eran beneficiosas para él. En definitiva, mi abuelo confiaba en el asesoramiento de su director de sucursal.

Evidentemente en los tiempos en los que estamos, ese nivel de relación e interés cliente-banco es del todo imposible, pero creo que tanto mi abuelo como aquel director de sucursal, allí donde estén, estarían de acuerdo en entender que lo que pedimos en este artículo, es justo.

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